martes, 1 de septiembre de 2009

Reflexión, para la comunidad


El pasado 25 de agosto se cumplió un mes del alevoso crimen de Sebastián Musacchio, joven concertista de piano y estudiante de Luthería de 22 años y oriundo de la Provincia de Chubut que recorría nuestra Provincia de Catamarca como mochilero en un viaje de descanso.
Se encontraba acampando en la Zona turística del Shincal, ubicada en las proximidades de la Ciudad de Londres (Depto. Belén) y fue atacado por dos jóvenes delincuentes (pastores de cabras en la zona) lo mataron a palazos para robarle cinco pesos y su cámara fotográfica y luego incendiaron su cuerpo y las alimañas desparramaron sus restos por toda la zona.
Por Gracias de Dios este crimen se resolvió en tiempo record, caso totalmente opuesto a tantos crímenes irresueltos en nuestra Provincia, salvo aquellos que se han politizado como el famoso caso de María Soledad, que bajó un gobierno provincial y encarceló por presión a dos sospechosos en medio de más dudas que certezas. Pero que siempre dejó claro que subyacía más un interés al rédito político que el descubrimiento de la verdad absoluta.
Pero estos crímenes comúnmente se resuelven por presión del pueblo que manipula con gran facilidad la conciencia de sus responsables que terminan cerrando los casos a la fuerza o por casualidad como fue este, aunque como siempre a las autoridades intervinientes, las terminan idolatrando como héroes (por cumplir su trabajo básico y remunerado)


Vecinos de la ciudad de Londres sacaron una carta solidarizándose con la Familia de Sebastián y de paso justificándose como un pueblo de paz y de buena gente, dejando en claro que esta actitud criminal no es propia de sus pobladores y paradójicamente también muy preocupados con que este lamentable hecho perjudicara el turismo local (creer o reventar). También hicieron un gran acto en su memoria al que concurrieron cincuenta personas entre ellas (la mayoría) los mochileros, los hippies y el cura (pareciera que de los 3.000 preocupados habitantes faltaron varios con aviso)
En mis reflexiones diarias me hago algunas preguntas, ¿estos dos delincuentes, eran marcianos o pertenecían a una Sociedad Catamarqueña?, ¿tenían una familia?, ¿cursaron la Escuela pero no aprendieron los valores morales básicos?, ¿concurrieron a la Iglesia y recibieron los sacramentos pasaron toda la vida entre procesiones, misas populares, vía crucis, misachicos y misioneros guitarreros y bulliciosos, pero a Dios nunca lo sintieron ?, ¿se cruzaban con la autoridad Policial (que ya los tenía identificados como delincuentes) y se saludaban pero desconocían su autoridad ?
Queda flotando en el aire una sensación que las personas responsables por estos marcianos una vez que aterrizaron en tierra no le prestaron la debida atención y eso que hablamos de una ciudad de 3.000 habitantes.
Y ahora, que ya no hay presión para las autoridades y los responsables de turno y que Sebastián se reunió con Dios y sus seres queridos en el Sur y descansa en Paz.
¿También seguirá descansando en paz nuestra Sociedad, hasta la próxima tragedia?
¿ Los marcianos delincuentes recibirán la atención adecuada por parte de las autoridades sociales dedicadas a la recuperación de las personas? o terminaran como siempre adquiriendo el último Doctorado Delincuencial en la Facultad Penitenciaría de Catamarca.
Estoy rezando por la familia de Sebastián y los acompaño en el sentimiento, en el misterio de esta muerte Dios nos habla y nos habla claro.
Estoy rezando por la conversión de los corazones de los marcianos delincuentes y esperando la oportunidad para visitarlos a la cárcel y llevarles el mensaje Salvador, son hijos del mismo Padre que no los abandonó nunca, aunque…tal vez, sus hermanos le fallaron toda la vida.


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